Ángela Coelho es una mujer migrante venezolana de 30 años. Dejó su país hace aproximadamente dos años por la situación política y social, y, sobre todo por problemas de salud derivados de una inadecuada alimentación, una alerta que la impulso a buscar nuevos caminos. Fueron estas las razones que la motivaron a ‘hornear’ nuevas oportunidades.
Ángela llegó a Cali junto a su esposo y su hijo, e inició otra etapa en su vida. Al llegar a la ciudad se empleó en diversos oficios, pero “esos eran trabajos donde ganaba ‘bien’ pero no me llenaban, no me daban paz”. Esta fue la oportunidad para que Ángela retomara lo que le apasionaba: la repostería.
Pastelin.col es su negocio, dedicado a la elaboración de panes artesanales y postres, que emprendió hace más de un año. Inició dedicada a las masas fáciles, masas listas en forma de disco comúnmente utilizadas para la elaboración de empanadas. Ante la alta competencia decidió reinventarse con el objetivo de “buscar algún producto que no se vea tanto y pueda marcar esa diferencia”. En este proceso el apoyo recibido por su familia fue fundamental; su hermana fue quien la recibió a su llegada al país y su esposo se involucra en las actividades diarias del negocio, motivándola a ofrecer nuevos productos, encargándose de los domicilios y animándola a crecer. “Así vamos, somos un equipo”, nos expresa Ángela con alegría.
Ángela aprendió a ver en la comunicación asertiva y la empatía unas herramientas valiosas para el crecimiento personal y de su negocio. Antes se consideraba una persona que reaccionaba sin pensar cuando estaba molesta; ahora, es empática en el trato hacia otras personas, puesto que afirma que “yo estoy acá y pese a que estamos hablando tú no sabes en que situación yo estoy, entonces tiene que ser algo mutuo, muy certero, muy tranquilo, […] si es un tema delicado buscar la forma de no ser tan agresivo a la hora de decirlo”.
Además, descubrió cómo romper esas barreras que limitaban su crecimiento personal y el de su negocio. Antes tenía una actitud muy conformista, manifiesta que “yo no me esforzaba por lograrlo, yo decía si Dios quiere algún día yo podría hacer eso, si Dios quiere, Dios lo pondrá en mi camino”. Ahora, aprovecha cada oportunidad que se le presenta para adquirir conocimiento y “después ando vuelta loca buscando como organizar los horarios”, nos cuenta entre risas.